El pie del anciano

Durante el envejecimiento disminuye la velocidad de conducción nerviosa, como también el volumen de las masas musculares, sobre todo con la falta de actividad, pero habitualmente los trastornos de la marcha del anciano se deben a un grupo de afecciones que podemos agrupar en los siguientes tipos: reumáticas, vasculares, neurológicas y dermatológicas. Es fundamental tener en cuenta, que la patología del pie del anciano es muy amplia, de forma que con frecuencia, suele padecer una o varias alteraciones en el mismo. Deben adaptarse así mismo, a los efectos de enfermedades congénitas o adquiridas, al envejecimiento, al estrés impuesto por actividades y ocupaciones a lo largo de la vida. No hay que olvidar la incompatibilidad entre anatomía y el calzado moderno, con un aumento del tacón, dureza de la suela y la forma puntiaguda, entre otras características, que hace que haya aumentado el número de personas que sufren por sus pies, con predominio del sexo femenino.
Patologías que predispone el pie del anciano
Modificaciones por el envejecimiento: En el pie con el paso de los años se produce, una atrofia de las células fibroadiposas del talón que condiciona un hiperapoyo sobre el hueso calcáneo; una disminución de la movilidad de las articulaciones del metatarso y tarso, por los cambios degenerativos del cartílago; y una atrofia muscular. Alteraciones por enfermedades generales: La lista de enfermedades con potenciales manifestaciones pédicas es larga. En muchos casos, el pie puede ser el sitio primario de síntomas y complicaciones, como ocurre con: enfermedades osteoarticulares como, la gota, artrosis, artritis reumatoide; enfermedades cardiovasculares como, insuficiencia cardiaca; enfermedades endocrino-metabólicas como, insuficiencia renal crónica, hipotiroidismo, o diabetes mellitus, etc. Dentro de este grupo, es necesario destacar por su importancia, y gangrena, que pueden aparecer en rápida sucesión y dar como el pie diabético. La neuropatía o la enfermedad vascular, o las dos juntas, junto con una serie de condicionantes sociales e higiénicos como el calzado o el corte de uñas, son las responsables de los serios problemas del pie diabético. Estos problemas van, desde superficiales como trastornos de las uñas o formación de callos, hasta alteraciones de músculos o huesos como: ulceraciones, osteomielitis, sepsis resultado final la amputación o la muerte. El desarrollo insidioso de la neuropatía es el que, probablemente ocasiona la mayor parte de problemas en el pie del diabético, sobre todo a través de la pérdida de la sensación de dolor y temperatura, al conllevar traumatismos y quemaduras inadvertidas, que pueden infectarse, ulcerarse o llegar a dar deformidades del pie.
Afecciones osteoarticulares: La artrosis es una afección que compromete casi todos los cartílagos del organismo sometidos a presión, como ocurre con los de la rodilla, unos de los más comprometidos. La degeneración del cartílago articular, es la primera de las dos modificaciones. Después le tocará el turno a la región ósea adyacente al cartílago, con los rodetes del hueso periarticulares y la descalcificación. Artrosis metatarsofalángica: se observa en personas de más de 60 años, manifestando dolor al caminar y calmando durante el reposo. Al presionar el pie con la pinza índice-pulgar, a esta altura, genera dolor y la bursitis que rodea la zona puede exacerbarlo. La radiografía muestra que la cabeza del primer metatarsiano está desgastada y rodeada de osteoporosis. Tratamiento de la artrosis metatarsofalángica: debe estar dirigido a adecuar el calzado, reducir el peso si hay obesidad y alternar periodos de actividad con los de descanso. El reposo debe ser el principal analgésico. En caso de querer usar algún analgésico, se sugiere consultar a su médico. Artritis reumatoidea: su localización en el tarso y el metatarso y sus lógicos dolores, puede hacer su primera aparición después de los 60 años. Hace medio siglo esto se consideraba una rareza. No obstante, el aumento de la longevidad del hombre, el mayor número de ancianos y un mejor diagnóstico han dado cuenta de la frecuencia de la enfermedad. Afecciones neurológicas: las que causa alteraciones del pie son parte en su mayor porcentaje de los accidentes vasculares cerebrales. Los hemipléjicos que pueden recuperar su motilidad quedan, a menudo, con su marcha de todd o de segador y la punta de su pie se dirige hacia la línea media. Ese pie, difícil de manejar, puede ser una víctima más expuesta de los traumatismos. Dos afecciones neurológicas poco frecuente La Tabes: además predispone a el Mal Perforante, que se localiza preferentemente en la cara plantar de la articulación metatarsofalángica del dedo hallux. Esta úlcera es de bordes recortados, indolora y de 1cm y medio de diámetro. La Siringomielia lumbar: ocasiona, en la cara plantar del dedo hallux, un Mal Perforante similar a la tabes, pero con una localización anterior (punta de los dedos) con mayor habitualidad. Cambios neuromusculares fisiológicos relacionados con la edad En las personas sanas mayores de 65 años de edad, la masa y la fuerza muscular disminuyen. El umbral de la sensibilidad vibratoria (palestesia) está aumentado de 2 a 10 veces y la percepción de esta MODALIDAD se encuentra disminuida en dos tercios de los ancianos. Los cambios electromiográficos incluyen enlentecimiento de la velocidad de conducción, reducción de las amplitudes sensitivas y disminución del número de unidades motoras. Estos cambios tienden a crecer a medida que avanza la edad. Afecciones vasculares La arterioesclerosis obliterante es la causante del 95% de los casos de isquemia crónica de los miembros inferiores, afectando sobre todo a personas mayores de 60 años. Los factores de riesgo principales de la arterioesclerosis obliterante son el tabaquismo, la hiperlipoproteinemias y la diabetes mellitus.
La alteración fisiopatológica básica es la isquemia de los tejidos irrigados por las arterias obstruidas. El flujo se afecta cuando la luz vascular se reduce, al menos, un 75%. Desarrollo de la arterioesclerosis obliterante: es lento e insidioso, permaneciendo el paciente asintomático. Con el progreso de la enfermedad, la capacidad de transporte de sangre de las arterias colaterales, determinarán la celeridad de signos y síntomas. Progreso de la enfermedad: si existen lesiones en el pie pueden, producirse úlceras isquémicas. En los casos severos se producen alteraciones tróficas de la piel, con disminución del tejido celular subcutáneo, alteraciones ungueales, desaparición de los pelos del dorso de los dedos. La piel se presenta seca, tensa, muy frágil y susceptible .
Alteraciones por patología propias del pie en el anciano
Las afecciones de tipo dermatológicas del pie del anciano están acentuadas por el desalineo, la falta de interés en sí mismo o por razones depresivas que se hacen evidentes en el paciente. Se describen a continuación las afecciones más frecuentes. Alteraciones dérmicas: comprenden desde hiperqueratosis, micosis, hasta infecciones como verrugas plantares. Las hiperqueratosis, son el resultado de microtraumatismos repetidos por una hiperpresión intermitente o el roce del calzado y por las deformaciones óseas del pie. Reciben distinto nombre según la localización (hiperqueratosis y helomas), de características dolorosas, que a veces se deben diferenciar de la verruga plantar. Hiperqueratosis (callosidad): es una acumulación de células muertas epiteliales que se queratinizan adquiriendo una dureza característica. Se produce por el uso continuo de tacón o alteraciones en los dedos y calzados inadecuados. Heloma: su localización más frecuente es el dorso de los dedos de los pies. Siempre es doloroso, pequeño, se hunde en la piel formando lo que se llama una raíz y no suele desaparecer espontáneamente al eliminar el agente causal, que suele ser el roce, aunque debe haber una predisposición. Heloma interdigital: son las hiperqueratosis interdigitales. Suelen producirse por la presión que ocasiona un zapato de punta estrecha, que obliga a los dedos al roce constante de unos contra otros al caminar y también por el uso de tacón alto. También es más frecuente en ancianos con hiperhidrosis o con malposición de los dedos. Quertodermia climtérica: es otro proceso que posee características similares y se observa en la planta de los pies. Consiste en una hiperqueratosis seca, localizada en los bordes de las plantas, las que en ocasiones se fisuran y producen dolor. Diagnóstico y tratamiento: es importante hacer un buen diagnóstico diferencial de las lesiones hiperqueratósicas de los pies, ya sea por la inspección, palpación, etc. El tratamiento de las hiperqueratósis puede ser paliativo o curativo. El tratamiento paliativo consiste en aplicar agentes queratolíticos en forma periódica y hasta que el tejido pueda ser resecado. El tratamiento curativo podría consiste en eliminar la fricción y presión excesiva, producida por el calzado. Patologías ungueales que podemos encontrar en el anciano Onicocauxis: se debe a la hiperqueratosis que causa la intensa hiperplasia ungueal en forma de láminas hiperqueratósicas adheridas. La uña aumenta el espesor de la lámina, se oscurece, pierde el brillo, se vuelve opaca. Onicogrifosis: presenta una uña deforme, con forma de gancho, consecuencia de un cambio de dirección del crecimiento ungueal, debido a un trastorno en la matriz en el lecho ungueal. Otras veces la onicogrifosis en el anciano no se acompaña de un aumento de la consistencia y la uña es frágil y quebradiza en vez de dura y resistente. Causas: pueden ser provocadas por microtraumatismos por el calzado (duro y apretado), por un déficit vascular de la matriz o a trastornos de la inervación. Onicopatias micóticas: tienen características clínicas que depende de la clase de hongo causal, lugar de ataque de la infección, su duración y del cuadro clínico-inmunológico que acompaña al paciente.
Colaboran:
La desinfección del calzado.
Buena higiene y cambio diario de las medias.
Concurrir al podólogo.
Alteraciones de los dedos: En el anciano, los más frecuentes son: Hallux valgus o juanete: es la desviación hacia fuera del primer dedo y es dolorosa, acompañada o no de bursitis, en la cara interna de la cabeza del primer metatarsiano. Pudiendo ésta llegar a ulcerarse e infectarse. Los restantes dedos, sobre todo el segundo, sufren modificaciones a medida que el proceso avanza trasformándose en "dedo en martillo", y el resto del antepié se sobrecarga, haciéndose doloroso. Dedos en martillo: engloba distintos tipos de deformidades como, el "dedo en garra", "en cuello de cisne", etc., de distinta significación. Suele acompañar a otras alteraciones del pie como, el pie cavo o las hiperqueratosis. Clinodactilias: cuando los dedos se desvían por encima y por debajo. Alteraciones estáticas en el pie del anciano Pies planos: (descenso de la bóveda plantar). Generalmente el anciano lo presenta por alteraciones de la extremidad inferior secundarias a sobrepeso, artritis reumatoide o fx. Pie cavo: es el pie con un arco plantar longitudinal de altura excesiva apoyándose sobre todo en el talón y en la base del antepié. En el anciano se origina una sobrecarga, apareciendo dedos en garra e hiperqueratosis en la zona plantar y dorsal de los dedos. Pie en valgo: es la desviación hacia fuera con respecto al eje sagital del cuerpo, produciéndose un hundimiento del arco interno e hiperapoyo en al cabeza del primer metatarsiano, provocando en el anciano un juanete. Pie en varo: es la desviación del pie hacia dentro con respecto al eje sagital del cuerpo, pudiendo inducir en el anciano, una callosidad o callo en la falange del quinto dedo por aumento de la carga en la parte lateral externa. Tener en cuenta que todas estas alteraciones dejan su marca acumulativa, sobre los pies del anciano, en forma de una amplia morbilidad, discapacidad funcional con limitación de la actividad, dolor, y limitación de su calidad de vida.
Recomendaciones preventivas:
La higiene de los pies que básica mente consiste en lavarlos preferentemente cada noche, tras las actividades cotidianas. Para la limpieza se debe usar agua templada; probar la temperatura del agua antes del baño; jabón neutro y de acción antiséptica, durante unos cinco minutos. En casos concretos (ácidos o alcalinos).
Procurar un buen secado de los pies, sobre todo entre los espacios interdigitales, para evitar la humedad residual, con una toalla suave y limpia, sin frotar la piel.
Usar preparados a base de lanolina o vaselina para ablandar la piel seca.
Cuidado:
Obsérvese diariamente sus pies. Si siente dolor, irritaciones, cambios de color o temperatura, ulceras o signos de infección, debe consultar a su médico de familia o al geriatra, para tratar de encontrar la solución más adecuada a su problema.
Se recomienda una supervisión periódica de sus pies por un podólogo.
Cuando sea necesario el corte de uñas en diabéticos para mayor seguridad acudir al podólogo.
No emplear adhesivos ni parches en la piel.
Es importante ejercitar la musculatura del pie y la pierna, mediante un programa simple de ejercicios. La movilización solo es eficaz si es indolora.
Calzado y ropa:
Cada pie requiere un calzado propio, teniendo en cuenta también para la actividad.
El zapato debe tener entre medio y un centímetro más de longitud que el pie.
Comprar el calzado por la tarde, pues los pies suelen hincharse a medida que transcurre el día, comprobando así que no molestan. Es cierto que los zapatos con el tiempo de se acoplan a los pies, pero a base de sufrimientos y deformidades.
Se recomienda usar calzado con pala ancha y alta que permita la movilidad de los dedos; y a ser posible de materiales que permiten una transpiración natural.
Se recomienda usar medias de algodón, siendo necesario el cambio diario.
Se descartarán las fibras sintéticas, por no favorecer la transpiración.
Se recomienda no usar calcetines o medias remendadas o con costuras, ni utilizar ligas o calcetines con elástico superior que aprieten, ya que al impedir o entorpecer el retorno venoso, son causa de edemas periféricos.
No deberá colocarse nunca en las piernas, bolsas de agua caliente, mantas o aparatos eléctricos de calor concentrado, para evitar quemaduras.
Tres objetivos principales deben tener los programas de salud del pie geriátrico:
1) Limitar la invalidez 2) Preservarla máxima función normal 3) Restaurar el mayor nivel posible de actividad independiente en el paciente.
Comentarios (6)
José luis
elberto roman
Laura
Carmen
Carina
genoveva alfayate santos
Muchas gracias. Un saludo.