Durante el envejecimiento disminuye la velocidad de conducción nerviosa, como también el volumen de las masas musculares, sobre todo con la falta de actividad, pero habitualmente los trastornos de la marcha del anciano se deben a un grupo de afecciones que podemos agrupar en los siguientes tipos: reumáticas, vasculares, neurológicas y dermatológicas. Es fundamental tener en cuenta, que la patología del pie del anciano es muy amplia, de forma que con frecuencia, suele padecer una o varias alteraciones en el mismo. Deben adaptarse así mismo, a los efectos de enfermedades congénitas o adquiridas, al envejecimiento, al estrés impuesto por actividades y ocupaciones a lo largo de la vida. No hay que olvidar la incompatibilidad entre anatomía y el calzado moderno, con un aumento del tacón, dureza de la suela y la forma puntiaguda, entre otras características, que hace que haya aumentado el número de personas que sufren por sus pies, con predominio del sexo femenino.